Aventura Improvisada

Desde lejos te observé, en revistas y en televisión te miré. Tuve la ilusión de poder estar cerca de ti pero no lo creí posible. Y así, el 6 de mayo el sueño se cumplió. Como aventura improvisada en compañía del mejor, desde un mirador te vi cerca y lejano a la vez. Pero en esta ocasión estabas más cerca de lo que nunca imaginé y me costó creerlo. Me tomó años, muchos años poder estar ahí… y lo logré. De lejos te tomé fotos, me tomé fotos contigo de fondo… eras el mejor protagonista.

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Pero eso no quedó ahí… en un tour de medio día se incluyó subir tu montaña. Estaba emocionada, curiosa y un poco nerviosa. Las curvas pronunciadas me recordaron que sufro de mareo y agradecí en su momento no tener nada en el estómago. Cuando finalmente llegamos estuve feliz de no haber vomitado el carro ajeno. Con un poco de aire fresco todo mejoró, y así… de mano de la mejor compañía decidimos caminar un poco. Subir tu montaña a pie no se me hizo tan fácil como lo pensé. El recorrido era corto pero la falta de aire me hizo dar cuenta que estoy falta de condiciones. Me detuve en varias ocasiones para tomar aire y aproveché cada instante para admirar tu belleza, tu altura y lo que te rodea. Aquella vista majestuosa no la olvidaré jamás.

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Mientras más subía, más se resentían mis rodillas. Con pisada firme, buscando no resbalar, logré llegar a un punto donde me encontré un tronco. Fue mi sitio de descanso, mi spot y el mejor mirador que pude obtener; y ahí en el silencio de tu altura me di cuenta lo bendecida que estaba siendo y lo feliz que me sentía una vez más.

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No puedo dejar a un lado a mi compañero de travesuras y el mejor para este tipo de aventuras; sus bromas, su risa y su paciencia fue lo mejor. Mi compañero de aventuras, de risas, bromas y secretos… sin él no hubiese sido lo mismo así que este espacio también te lo dedico, porque fuiste mi guía en todo momento y la mejor compañía que se puede tener.

Después de un rato comencé a descender. Tu tierra tan suelta, volcánica y resbaladiza me hizo reafirmarme más. Las rodillas me criticaban porqué las maltrataba así… pero no me importaba, estaba feliz como hace mucho no lo había estado. Aquel dolor y aquel cansancio se volvieron ínfimos al lado de tanta alegría y satisfacción.

Finalmente llegamos de vuelta al carro y comenzamos a bajar tu montaña… quizás por lo agotados y satisfechos por la experiencia, las curvas no se sintieron tan fuertes y quizás por ir en descenso se sintió más rápido.

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Me queda la alegría de cumplir otro sueño más en mi lista por conocer un poco más de Chile. Le pondré un gancho en mi check list y me quedaré con el recuerdo de por vida. Como siempre, deseosa de volver, y sin duda con la certeza de que nada superará esta primera vez porque fue el momento de impacto al ver tu belleza, de poder caminar por primera vez tu montaña y de poder observar tu naturaleza lo que no volverá a suceder. La compañía no puede ser reemplazada, pues no hay nadie mejor que el que tuve; y agradezco, gran montaña, te mantuvieras tranquila y que mostraras un poco de actividad, después de tantos años, justamente 2 días después de haberme ido.

Imponente tu grandeza, hermosa experiencia… nos volveremos a ver, Volcán Osorno.

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