Me embarqué a un destino maravilloso, novedoso para mí, un sueño hecho realidad.
Con temor al mar, crucé las aguas heladas del Estrecho de Magallanes y asustada por el vaivén del barco, observaba como tierra firme se alejaba de mi vista. De pronto, desapareció.
Pero el temor se fue desapareciendo también al escuchar al guía decir que nos dirigíamos a Isla Magdalena. Qué podría haber en aquella isla tan encantadora. ¿Había personas? No; ¿Había vegetación? No; ¿Había medios de comunicación? Salvo el barco, no. Entonces que había? Miles de pingüinos y un faro en la colina.
Así es, me dirigía a una isla en medio del Estrecho a ver miles de pingüinos y un faro en la colina. Nada más, ni nada menos… y era feliz.
A medio “camino”, el océano nos muestra su belleza. Una inmensa ballena asoma su lomo y saca la cola. Que bello, que gigante. Gracias por saludar! Me encontraba lejos del continente, lejos de casa, lejos de todo.
La vista era impresionante. La amplitud del barco y las comodidades que te ofrece son muy recomendables. El paseo con guía fue lo mejor. Nos explicó cómo diferencias el pingüino joven, adulto y pequeño. Los pingüinos viejos no contaban con una línea en su pecho, el joven sí y los pequeños, pues… unos pichoncitos grises aún con plumaje suave. Nos explicó que cuando emigran, primero es el macho quien se adelanta a la faena, pues debe llegar a la Isla a “limpiar el hogar”, a preparar el nido que habían dejado anteriormente. Siempre regresan al mismo nido o sino se construyen uno nuevo. No utilizan un nido de otro pingüino. El macho es quien prepara todo y después llega la hembra con sus pichoncitos o la hembra sola. Los pingüinos son unos de los animales más fieles del reino animal.
De un momento a otro se deja ver la isla en la distancia, pero al enfocar mi vista quedé maravillada. Sus habitantes nos esperaban. Miles de puntitos negros y blancos se lograban apreciar desde lejos. Como bien nos informaron, no había personas sino miles de pingüinos y en la cima de la isla, un inmenso faro.
“Al llegar a la Isla, tienen 1 hora para recorrerlo y tomar fotografías. No toquen los pingüinos pues son Patrimonio de la Naturaleza y se respetan. Observen su comportamiento, y si se cruza alguno en el camino, déjelo continuar”… fueron las instrucciones del guía.
Comencé la travesía. Un recorrido que dura aproximadamente la hora, pero que si se pudiera estar más tiempo sería increíble y uno no lo notaría siquiera. Es impresionante ver tantos pingüinos. Es gracioso verlos caminar. Es hermoso ver como se para un pingüino a tu lado y te mira como para saludar. Es maravilloso ver cómo el macho protege a la hembra y su nido. Es increíble lo que la naturaleza nos puede brindar.
Al llegar a la cima entro al faro. Contiene fotografías del lugar, de sus pingüinos y de la construcción del faro. Al salir veo a mi alrededor. Agua… 360° de Estrecho de Magallanes y nada más. No logro observar Chile Continental. Y por un momento me doy cuenta de lo bendecida que estoy siendo. De lo inmenso que es el mundo, de lo diminuto que es el ser humano. De lo afortunado que se debe sentir uno al tener estas bellezas naturales… y en ese preciso momento le agradecí a Dios la oportunidad.
De regreso al barco me sentía extasiada, emocionada, como nunca antes me he podido sentir. Zarpamos de vuelta a tierra firme y en el recorrido me ubiqué en un punto alto del barco y observé la inmensidad, lo minúscula que soy en medio de tanta belleza. El sol del atardecer, brillante pero suave, iluminaba el océano. En ese momento olvidé mis temores, olvidé el mar, olvidé todo. El momento queda grabado en mi memoria, lo siento como si fuese ayer que crucé los mares, y por ese paseo de unas 4 a 5 horas quizás viví ese maravilloso instante de felicidad.
Quisiera volver. Pretendo volver.
Isla Magdalena, Sur de Chile, 2011. Recomendado 100%.
me encanta imaginar el misterio de esa isla, tan solitaria de personas y tan habitada por pingüinos, en definitiva Dios hace maravillas para felicidad y grandeza del hombre. Alguien como tú sabes apreciar esa belleza y plasmarla en letra; tanto es asi que hace volar la imaginación es simplemente hermoso
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Gracias. Es un lugar demasiado inhóspito y a la vez impresionante. Invito a todo el que le gusta conocer cosas diferentes, a probar esa aventura un día.
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Excelente relato hija, estuviste totalmente al sur del continente americano, muy emocionante esa experiencia
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Gracias. Lo volvería hacer con los ojos cerrados, sin pensarlo 2 veces.
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me encantó tu escrito, eres muy especial sólo imagino la felicidad de ese momento mágico de recorrer distancia para encontrarte con tantos pingüinos.
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Tu escrito traspasa lo que sentiste a quien lo lee.
Un lugar fascinante.
Un abrazo
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Me alegra saber que has disfrutado de mi relato. Un saludo muy grande y no dejes de leerme.
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